Las veintiséis piezas que conforman la exposición mantienen las constantes de la obra conceptual y minimalista de Enric Ansesa, que utiliza un lenguaje desarrollado desde una absoluta libertad creativa y que presenta una evolución que dota este conjunto de obras de una gran coherencia.

El color negro, signo de identidad de la pintura de Ansesa y al que el artista otorga un sentido profundo, sigue ocupando el fondo de sus lienzos, de forma que se constituye en un único plano donde todo sucede de forma simultánea; es el espacio que acoge los diferentes elementos: signos, caligrafías, líneas, puntos…, y desaparece cualquier referencia a la perspectiva, con el objetivo que el artista exprese su pensamiento, exponga su discurso. Se trata de una realidad interior y de su contexto, una idea, una emoción, algo íntimo, y cuando el espectador conecta con la obra de Ansesa, se le abre un espacio de reflexión y comprensión donde se encuentra consigo mismo y con su sentido de la vida.